diciembre 5, 2024
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Por Ivette Estrada

Un nuevo año enfatiza grandes cambios estructurales y de gestión empresarial. Así, el impacto digital establecerá nuevos roles en áreas cruciales como marketing, operaciones, logística y y ventas.

En general existen líneas borrosas o falta de delimitación entre algunas funciones trascendentales como mercadotecnia y ventas, lo que implica que la compañía aún no logra desarrollar el liderazgo que se necesita y, más riesgoso aún, la firma ignora cómo puede proteger su reputación y marcas.

En la continua difuminación de roles y responsabilidades, asimismo, aparecen la prevalencia de la tecnología, aumento de las expectativas de los clientes y predominio del capital privado que concentra más responsabilidades en menos líderes.

Por lo tanto, a menudo se tiende a combinar responsabilidades en torno al marketing y las comunicaciones digitales e incluso las ventas bajo un solo líder. Esto para que esa persona sea realmente el punto de contacto para todos los problemas, preocupaciones y desafíos en el futuro.

Cuando el consumidor exige muchas más cosas de una marca, las líneas de comunicaciones, marketing, ventas, estrategia y digital tienden a diluirse o, visto de una manera más simple, a concentrarse y formar un boque indiferenciado.

De manera simultánea, aparecen más presión sobre las organizaciones para que tomen posiciones sobre temas sociales. Todo esto crea confusión acerca del líder que requiere una organización. ¿Optamos por un campo de especialización específico o nos fijamos en capacidades de liderazgo que engloban distintas funciones?

Decidir implica reflexionar sobre el panorama actual de los negocios.

Sabemos que, en este momento, los consumidores toman más decisiones basadas en los valores de la empresa y en los problemas sociales sobre los que se posicionan. Esa perspectiva se convierte en un sello con el que se presenta la compañía ante sus públicos. Entonces, se requiere un líder con compromiso social, ambiental y de buen gobierno (ESG por sus siglas en inglés).

Todos estos cambios implican la búsqueda de un liderazgo, no de un área determinada. Se requiere la capacidad de gestionar un equipo muy diverso con una amplia gama de habilidades. Transitamos de una funcionalidad específica y puntual con dominio de ciertas habilidades al de un impulsor de resultados de sus equipos de trabajo.

Es decir, transitamos del experto en un área específica que resuelve hoy a una persona inteligente y ágil, capaz de resolver las disrupciones del mañana. Ante esta metamorfosis de nuestra era, los líderes empresariales buscan agilidad, habilidades de liderazgo y perspicacia empresarial.

Buscan, en suma, quien podrá resolver los problemas de hoy pero también adaptarse a las necesidades y expectativas del futuro.

Así, la demanda empresarial se centra en un profesionista con un alto cociente emocional, mente abierta y capacidad de escuchar. Aunque parezca increíble, las habilidades blandas o esencialmente humanas con las de mayor demanda presentan ahora en el mercado laboral.

Este es el perfil de liderazgo que logrará salvar la disyuntiva de centrarse en puestos de mercadotecnia, ventas, omnicanalidad, comunicación o branding. La capacidad de cohesionar diversas especialidades y catapultar talentos diversos es la única que podrá sortear los nuevos

 

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