diciembre 4, 2024
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Por Luis Martínez Alcántara

CIUDAD DE MÉXICO.- La reciente masacre en el bar “Cantaritos” de Querétaro, donde 10 personas fueron asesinadas, dejó al país en estado de shock. Este ataque, perpetrado por un comando armado que irrumpió en el establecimiento disparando indiscriminadamente, refleja una escalofriante similitud con otro ataque reciente en el Estado de México, donde tres personas fueron asesinadas en el bar “Bling Bling” de Cuautitlán Izcalli. 

Ambos incidentes comparten un modus operandi similar, caracterizado por la rapidez y la violencia extrema, lo que sugiere una coordinación entre grupos criminales que operan en estas regiones.

En el ataque de Querétaro, cuatro sicarios armados con rifles de asalto AK-47 ejecutaron a sus víctimas en apenas 43 segundos. Testigos relatan que los clientes intentaron refugiarse debajo de las mesas mientras las balas volaban a su alrededor. De manera similar, en el Estado de México, los atacantes también utilizaron armas largas y actuaron con una violencia desmedida, dejando a los presentes aterrorizados y sin posibilidad de escapar. Esta sincronización en la ejecución de los ataques indica una estrategia planificada por parte de los grupos delictivos.

Ambos ataques fueron atribuidos a la creciente influencia de cárteles del crimen organizado que buscan expandir su control territorial. En Querétaro, se sospecha que los responsables están vinculados al Cártel Jalisco Nueva Generación y al Cártel Santa Rosa de Lima, que han intensificado su presencia en la región. Del mismo modo, el ataque en el Estado de México se inscribe dentro del mismo contexto de lucha entre cárteles por el control de rutas y territorios. Estos eventos revelan cómo la violencia se está trasladando a áreas que tradicionalmente no habían sido focos rojos.

Las autoridades respondieron con operativos para dar con los responsables, pero la efectividad de estas acciones es cuestionada por muchos ciudadanos. En Querétaro, el gobernador prometió justicia para las víctimas y ha movilizado todos los recursos disponibles para garantizar la seguridad pública. Sin embargo, la repetición de estos actos violentos sugiere que las medidas implementadas hasta ahora no son suficientes para frenar la ola de criminalidad que azota tanto a Querétaro como al Estado de México.

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