Por Luis Martínez Alcántara
CIUDAD DE MÉXICO.- La violencia machista en Latinoamérica se ha convertido en una crisis alarmante que afecta a millones de mujeres. A pesar de los avances legislativos en varios países, la realidad es que muchas mujeres sufren agresiones físicas y psicológicas a diario.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2023 se registraron al menos 3,897 feminicidios en 27 países de la región, lo que equivale a aproximadamente 11 mujeres asesinadas cada día por razones de género. Esta situación refleja no solo la violencia extrema, sino también un contexto más amplio de desigualdad y discriminación.
Los feminicidios son solo la punta del iceberg en un problema mucho más complejo. Muchas mujeres enfrentan violencia sexual y psicológica, a menudo perpetrada por sus parejas o exparejas. En países como Bolivia y Perú, cerca del 42% y 38% de las mujeres, respectivamente, han reportado haber sido víctimas de violencia por parte de su pareja. Este patrón revela que el feminicidio frecuentemente es precedido por años de abuso, lo que plantea un desafío significativo para las políticas públicas que buscan abordar la violencia de género desde sus raíces.
A pesar de contar con leyes pioneras y movimientos sociales activos, la implementación efectiva de estas medidas sigue siendo insuficiente. La falta de recursos y voluntad política limita la capacidad de los gobiernos para proteger a las mujeres y garantizar justicia. En muchos casos, las denuncias no son tomadas en serio o son desestimadas, lo que perpetúa un ciclo de impunidad. Las organizaciones feministas han hecho un llamado urgente a los gobiernos para que adopten políticas más efectivas y amplias que aborden no solo el feminicidio, sino todas las formas de violencia contra las mujeres.
La situación se agrava aún más por factores culturales y socioeconómicos que normalizan la violencia machista. La pobreza, el miedo a denunciar y la falta de normativas adecuadas son barreras significativas para muchas mujeres que buscan escapar de situaciones abusivas. En este contexto, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, celebrado el 25 de noviembre, se convierte en una plataforma crucial para visibilizar estas problemáticas y exigir cambios concretos.
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