diciembre 4, 2024
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Por Luis Martínez Alcántara

CIUDAD DE MÉXICO.- El concepto de “madre tóxica” ha ganado relevancia en la psicología, describiendo a aquellas madres cuyos comportamientos, aunque no siempre conscientes, dañan el bienestar emocional de sus hijos. A menudo, estas madres repiten patrones aprendidos durante su propia crianza, lo que hace aún más importante identificar y romper este ciclo. 

Entre los rasgos más comunes se encuentran el control excesivo, la sobreprotección, la manipulación emocional y la proyección de deseos personales en los hijos. Estos comportamientos limitan la independencia de los hijos y, en muchos casos, generan dependencia emocional. Por otro lado, algunas madres también pueden mostrar indiferencia o violencia, lo que provoca sentimientos de abandono o abuso en los niños.

Las consecuencias de crecer bajo la influencia de una madre tóxica son diversas y duraderas. Los hijos pueden desarrollar baja autoestima, establecer relaciones disfuncionales o depender emocionalmente de otros. Además, el ambiente de control o inestabilidad emocional puede derivar en altos niveles de ansiedad y estrés. Estos efectos se arrastran a lo largo de la vida adulta, afectando la forma en que los hijos se relacionan con los demás y toman decisiones importantes.

Si te has identificado con algunos de estos comportamientos, es importante reconocer que el cambio es posible. El primer paso es el autoconocimiento, entender cómo tus acciones pueden estar afectando a tus hijos. Buscar ayuda profesional, como un terapeuta, puede proporcionar herramientas útiles para transformar la relación. Además, establecer límites saludables y practicar la empatía hacia las necesidades de los hijos son fundamentales para permitir su crecimiento emocional y autonomía.

Ser madre es un desafío continuo, y es natural cometer errores. Sin embargo, reconocer patrones tóxicos y estar dispuesta a cambiar es esencial para construir relaciones más sanas y respetuosas con los hijos. Al mejorar estos comportamientos, no solo se promueve el bienestar emocional de los pequeños, sino que también se crea un ambiente de apoyo y amor que favorece su desarrollo personal.

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