
Por Monserrat Californias
La polémica en torno a la relación entre los creadores de contenido Jessica Fernández y Farid Dieck ha detonado un debate sobre los proyectos de vida sin hijos. Ella, feminista y activista, ha manifestado abiertamente su deseo de no ser madre; mientras que él, psicólogo y conferencista, desea una familia tradicional.
A raíz de esta diferencia, usuarios en redes sociales han volcado sus opiniones, evidenciando cómo en pleno siglo XXI aún se espera que las mujeres usen su cuerpo con fines reproductivos, y quienes se apartan de esta norma enfrentan ataques y estigmas.
Jessica Fernández, originaria de Monterrey, es conocida por su trabajo en temas de género, salud mental y empoderamiento femenino a través de su podcast Más allá del rosa y sus conferencias sobre violencia de género. Farid Dieck, por su parte, ha creado una comunidad a partir de contenido motivacional y reflexivo en redes sociales y su podcast Relatos y Reflexiones.
En los últimos días, videos antiguos de ambos se han viralizado, generando un aluvión de críticas sobre su historia personal, pero sobre todo, sobre la decisión de Jessica de no tener hijos.
Uno de los momentos más comentados fue un fragmento en el que Farid señala que Jessica comenzó a interesarse en él cuando creció su popularidad como figura pública. Esta declaración fue interpretada como una muestra de oportunismo por parte de ella y de falta de dignidad por parte de él, con usuarios marcando una “inversión de roles de género”.
La polémica creció cuando se retomó otra entrevista donde Jessica reiteró que no desea ser madre ni pasar por los cambios físicos y emocionales que implica ese rol, mientras que Farid expresó su disposición a asumirlo. El rechazo que ha enfrentado Jessica proviene en gran medida de sectores ligados a la llamada “manósfera”: comunidades en línea que defienden posturas misóginas y tradicionalistas.
Esta situación no es un caso aislado. La decisión de una mujer de no ser madre aún despierta juicios, presiones y señalamientos. Sin embargo, como advierten las académicas Erika Muñiz Gallardo y María Elena Ramos Tovar, la maternidad ha sido impuesta como parte de una identidad femenina patriarcal, en la que se espera que el cuerpo de la mujer sea usado para la reproducción y el cuidado, como si se tratara de su destino inevitable.